¿Sabías que ...?

El cero apareció por primera vez en Babilonia, como puede comprobarse en las tablillas de arcilla que se remontan al año 2000 a. C. En el Antiguo Egipto se usó el signo nfr para indicar el cero (Papiro Boulaq 18, datado ca. de 1700 a. C.)

Los babilonios escribían en arcilla sin cocer, sobre superficies planas o tablillas. Su notación era cuneiforme. En tablillas datadas en el año 1700 a. C. se ven anotaciones numéricas en su particular forma; este sistema no se parecía al actual de base 10, pues los babilonios utilizaban un sistema en base 60 y con esa notación no era posible diferenciar el número 23 del 203 o el 2003. Alrededor del 400 a. C., los babilonios iniciaron a poner símbolos de dos cuñas en los lugares dónde en nuestro sistema escribiríamos un cero, que en realidad se leía 2”3 (dos, varios, tres). Esta ambigüedad no pareció preocupar a los babilonios.
Las dos cuñas no fueron la única forma de exhibir las posiciones de vacío o cero, en una tablilla encontrada en Kish, antigua ciudad de Mesopotamia al este de Babilonia, se lee una notación de tres ganchos. Estas tablas están datadas en el 700 a. C. En otras tablillas se usa un solo gancho y, en algunos casos, la deformación de éste se asemeja un cero tal como lo conocemos hoy.
Parece que el  cero, tal y como lo conocemos nosotros, surgió en Mesoamérica y fue creado por las civilizaciones mesoamericanas antes de la era cristiana, por la Civilización Maya y, probablemente, fue utilizado antes por la Civilización Olmeca. El primer uso documentado mostrando el número cero corresponde al año 36 a. C., haciendo uso de la numeración Maya.

Claudio Ptolomeo en el “Almagesto”, escrito en 130 d. C., ya usaba el valor de “vacío” o “0″ en conjunción del sistema babilónico. Ptolomeo solía utilizar el símbolo entre dígitos o al final del número. Podríamos concluir equivocadamente que el cero habría arraigado sus raíces así pues, pero lo cierto es que Ptolomeo no usaba el símbolo como número más bien que lo consideraba un signo de puntuación. Este uso no fue extendido y pocos se sumaron a él en la Historia.

Algunos siglos después el cero apareció además en la India, bajo el Imperio Gupta. Alrededor del año 650 el cero ingresa a la Matemática india. El cero se usaba por los indios para denotar un lugar vacío. Algunas evidencias dan cuenta de un parámetro de lugar vacío en números posicionales desde el 200 en India, pero varios historiadores rechazan esta teoría tratándolas como falsificaciones.

En el 500, Aryabhata, hace un sistema numérico que no tenía cero y era un simple sistema posicional. Se usó la palabra “kha” para la posición cero y posteriormente el mismo cero adoptaría ese nombre. En ocasiones se usaba un punto en los primeros manuscritos indios para exhibir un espacio vacío en la notación posicional. Pero muchos historiadores objetan estas fuentes como reales del cero al comprobarse que el punto además se usaba para exhibir algo desconocido, lo que usualmente sería una “x” para la Matemática moderna.

El primer registro cierto del uso del cero indio está datado en el año 876. Esta datación es la única en la que hay acuerdo. Los hindúes, lo utilizaron como cifra en el siglo X (900 d. C.), pero fueron los árabes quienes lo introdujeron en Europa.

El primer matemático importante que desarrolló uso del signo “0″, hacia el año 810 de nuestra era, fue el árabe Muhammad ibn Mūsā al-Jwārizmī, cuyos escritos han llegado hasta nuestros días.
La palabra “cero” proviene de la traducción de su nombre en sanscrito “shunya” (vacío) al árabe “sifr” (صفر), a través del italiano. La voz española “cifra” además tiene su origen en “sifr”.

Fuente: WIkipedia.org

Los romanos se lavaban los dientes con orines y los más apreciados de todos eran los de los españoles.
Hay que pensar en el recorrido que tenían que hacer las micciones de nuestros antepasados para llegar a su destino. Guardar primero el líquido hasta la llegada del comerciante que lo compraba, envasarlo en ánforas debidamente precintadas y, embarcarlas luego en navíos de cabotaje que tardaban uno o dos meses hasta llegar a Roma.
Si los romanos luego lo mezclaban o no con algún perfume o algo que atemperase la peste que se puede suponer que exhalaba tal dentífrico no esta claro.
La pregunta es por qué eran mejores los de los nuestros antepasados que el de otras regiones del mundo.

Puede parecer algo básico, pero lo cierto es que a nadie antes que ellos se le había ocurrido recubrir las calles con piedra. Antes de que se pavimentasen las calles el suelo estaba compuesto de tierra y polvo. Cuando llovía las calles se convertían en un verdadero barrizal y los carros se quedaban atascados. Así que los romanos consiguieron solucionar el problema del barro de una manera muy elegante y efectiva.
Por supuesto, después de pavimentar las calles de sus ciudades se les ocurrió la idea de pavimentar también los caminos. Así nacieron las carreteras romanas. Estas carreteras no sólo eran más duraderas que las de tierra, sino que los que las transitaban podían ir más deprisa y sin temor de encontrarse ningún camino cortado.
Al principio tiraban los desechos a la calle, pero como a nadie le gusta que huela mal por los desechos de los demás, los romanos idearon otro grandioso invento: las cloacas. Las cloacas eran lo más parecido que hay en la historia a las tuberías fecales de hoy en día. Consistían en unas grutas cavadas en la tierra por donde circulaban las aguas fecales desde las viviendas. La gente arrojaba los desechos a una especie de tubería que había en las casas y estas eran enviadas lejos de la ciudad. También servían para llevarse el exceso de agua de lluvia a modo de alcantarillado. Desgraciadamente este avance se perdió en la Edad Media, donde la gente volvió a tirar la porquería a la calle al grito de “¡Agua va!”.

Hoy en día tenemos la costumbre de ducharnos todos los días, para prevenir enfermedades y para no oler mal. Pues a los romanos también les ocurría algo  parecido a nosotros. Así que decidieron construir unos edificios únicamente diseñados para el baño denominados termas. En las termas había tres tipos diferentes de baños. El caliente, que se ubicaba en el caldarium donde sudaban y se untaban de aceite para limpiarse. El frigidarium, donde se daban un baño de agua fría para parar de sudar y el tepidarium, donde terminaban el baño remojándose en agua templada. Al principio los hombres y mujeres se lavaban juntos, pero después se estableció un horario para los hombres y otro para las mujeres. No se podía aguantar tanto cachondeo.

Los romanos de clase bien, los patricios, y los funcionarios de la época ya hacían turismo en los mismos sitios. Aprovechaban las calzadas que mandó construir el emperador Adriano en el siglo II para trasladarse en verano a la Galia y a Hispania. Con la llegada del tren en el siglo XIX, las clases populares hicieron sus primeras incursiones turísticas, pero no fue hasta 1920 cuando cundió la idea de que la verdadera vida no residía en el trabajo, sino en las vacaciones.

Los antiguos romanos cuando tenían que decir la verdad en un juicio, en vez de jurar sobre la Biblia como en la actualidad, lo hacían apretándose los testículos con la mano derecha. De esta antigua costumbre procede la palabra testificar.

Por otra parte 'testículo' viene de testiculus, compuesto de testis, testigo y del diminutivo culus. Por eso para los romanos, los testículos significaban pequeños testigos.